Las amistades. El apóstol Pablo en la primera carta a los corintios escribió acerca de los falsos maestros que habían entrado en la iglesia de Corinto enseñando que la resurrección de Jesucristo no era verdadera. Ellos al igual que los saduceos negaban la vida después de la muerte y la resurrección (Lucas 20:27), también sus valores morales erróneos influyeron en muchos de los creyentes de dicha ciudad, por eso el apóstol les escribió “No erréis, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” 1 Corintios 15:33 El asociarse con falsos maestros, personas débiles en la fe o mal informadas influirá negativamente en nuestro caminar en Cristo. Un hecho relevante que corrompe las buenas costumbres y moral del creyente son las "buenas amistades" que él creyente considera que tiene, es decir, amistades con personas que no conocen de Cristo como su señor y salvador personal, generalmente pensamos que son buenas personas porque son nuestras amistades que muchas veces no estamos dispuestos a defraudar,  pero si a Cristo, quien tomó el lugar de cada pecador y murió por él para redimirlo de la culpa y poder del pecado. Muchas veces excusamos a estas “buenas amistades” que no quieren cambiar, con expresiones como “no todos somos perfectos” para respaldar su vocabulario lleno de vulgaridades y corrupción o un mal proceder; porque no estamos dispuestos a aceptar una corrección oportuna puesto que se están violentando los principios morales de Dios. Una mala compañía no solo corromperá las buenas costumbres, sino que conducirá al creyente al fracaso espiritual y moral. Tome en cuenta hasta donde  puede  tener  lazos de amistad sin afectar su relación personal con Dios, de modo que pueda mantener su carácter y ser íntegro en medio de tanta descomposición. 

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