Cuando muere un cristiano. Isaías 57:1-2 “Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo. Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios”. “Perece el justo” (creyente) “y no hay quien piense en ello” (la humanidad) el luto y la aflicción que sentimos al perder un familiar creyente no serán por largo tiempo, aunque lo extrañaremos mucho, ya que a nosotros los creyentes nos consuela el Espíritu Santo y saber que el justo porque vivió en rectitud ha dejado este estado en el cual la injusticia prevalece, que ha sido quitado de la calamidad y el mal que lo rodeaba. Dios en su benignidad inigualable le hace entrar en su paz eterna y le deja descansar de las aflicciones que diariamente sufría en la tierra. La paz es el tercer fruto del Espíritu, es algo que no solo recibimos mientras estamos en el cuerpo, sino también en la próxima vida. Descansar en la paz del Señor es una gran victoria, porque “no hay paz, dijo mi Dios, para los impíos” v21. Los incrédulos no tendrán paz, es una de las cosas más buscada por la humanidad, sólo Dios puede hablar de paz al corazón del pecador para que descanse en ella. “El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” Hebreos 13:20-21 NVI
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