miércoles, 23 de agosto de 2023

 El divorcio entre los creyentes. Un día se le acercaron a Jesús los fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba, si le estaba permitido al esposo divorciarse de su esposa, Jesús respondió “¿Qué les mandó Moisés”? a lo cual respondieron “Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla” entonces Jesús les dijo Moisés les escribió este mandamiento por lo duro que es el corazón de ustedes. Jesús adoptó una posición rígida con respecto al divorcio: “ Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” Mateo 19:9, sus discípulos al oír estas enseñanzas reaccionaron expresando que si esa es la situación del hombre con su mujer, es conveniente no casarse (v10); Jesús admitió que el no casarse es aceptable en algunos casos, pero no todos pueden poner en práctica el don de la continencia y dedicarse al servicio del Señor (1Corintios 7:32). Dios otorga el don de la soltería y el matrimonio. Él reconocerá una separación cuando haya adulterio, inmoralidad sexual o en el caso que un creyente sea dejado por una pareja no creyente (1Corintios 7:15); por razones como conflictos, pobreza, incomprensión, enfermedad física o mental, etc.; no, entonces el individuo no es libre de volverse a casar, deberá reconciliarse con su cónyuge o quedarse solo. Actualmente hay muchos creyentes solteros deseando estar casados y casados deseando estar solteros, pero esto es un error, en ambos casos hay que cuidar lo que Dios ha dado.  En casa hay que vivir en paz, estar listos considerando el tiempo como corto, no solo porque Jesús puede regresar en cualquier momento, sino también porque eso cultiva un más obediente caminar en Cristo.

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jueves, 17 de agosto de 2023

Cumple tu misión, no es imposible. A la hora de establecer prioridades y tomar el compromiso de seguir a Jesús, dejando todo atrás, pocos están dispuestos a someterse a las condiciones de una vida entregada “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” Lucas 9:62. Poner las manos en el arado, es hacer de Jesús y su reino la prioridad de la vida, esto demanda no distraernos  por cosas o personas amadas que movilicen nuestras emociones tentándonos a mirar hacia atrás. La idea es que uno no debe poner sus intereses personales ni los de la familia primero, relegando los del reino a un segundo lugar. Somos la gente apta para el reino cuando estamos concentrados en la tarea, la labranza; la lucha que Jesús nos ha planteado. Tu misión es, si decides aceptarla: Mira hacia adelante y siembra la semilla transformadora del evangelio, para que el mundo se reconcilie con Dios y se salve, hazlo por todos los medios posibles porque el Señor te ha entregado el ministerio de la reconciliación (2Corintios 5:18). Toma la decisión de dejar las filas de los interesados y ponte en la de los comprometidos. Entiende la urgencia y la importancia de la misión, cuando Jesús pronunció éstas palabras estaba determinado a cumplir con su misión; salvar al mundo, muriendo en la cruz del calvario. Estarás cumpliendo tu misión cuando puedas decir con tus actitudes “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” Gálatas 2:20 NVI

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martes, 1 de agosto de 2023

Cuando muere un cristiano. Isaías 57:1-2 “Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo. Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios”. “Perece el justo” (creyente) “y no hay quien piense en ello” (la humanidad) el luto y la aflicción que sentimos al perder un familiar creyente no serán por largo tiempo, aunque lo extrañaremos mucho, ya que a nosotros los creyentes nos consuela el Espíritu Santo y saber que el justo porque vivió en rectitud ha dejado este estado en el cual la injusticia prevalece, que ha sido quitado de la calamidad y el mal que lo rodeaba. Dios en su benignidad inigualable le hace entrar en su paz eterna y le deja descansar de las aflicciones que diariamente sufría en la tierra. La paz es el tercer fruto del Espíritu, es algo que no solo recibimos mientras estamos en el cuerpo, sino también en la próxima vida. Descansar en la paz del Señor es una gran victoria, porque “no hay paz, dijo mi Dios, para los impíos” v21. Los incrédulos no tendrán paz, es una de las cosas más buscada por la humanidad, sólo Dios puede hablar de paz al corazón del pecador para que descanse en ella. “El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” Hebreos 13:20-21 NVI

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  El divorcio entre los creyentes. Un día se le acercaron a Jesús los fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba, si le estaba permiti...