De muerte a vida. Lo que suceda cuando mueras dependerá de lo que sucedió antes de morir. Aunque una persona pueda no sentirse espiritualmente muerta, está muerta, y el remedio para la muerte espiritual es ser vivificado por la fe en Jesucristo (Efesios 2:1-10). La Biblia clasifica a los seres humanos en dos categorías, la salvada y la perdida. Los salvos son aquellos que han confiado en Jesucristo como su Señor y Salvador, mientras que los perdidos son los que no han confiado en él ni en el que le envió, el Padre, Jesús dijo: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida." Juan 5:24 RV 1960. La Biblia nos enseña que cuando la persona salva muere, su alma va directamente a la presencia del Padre eterno, no será condenado, es decir, no tendrá juicio, porque “ha pasado de muerte a vida”, es el mismo Juez quien nos hace esta gran promesa “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo” (v.22) Si crees de corazón en Jesucristo, lees la Biblia y la practicas esforzándote cada día en apartarte del pecado "tienes vida eterna" desde ahora mismo, porque empieza a ser experimentada desde el momento que comienzas a ejercitar tu fe en Cristo Jesús, es una comunión íntima con Dios. Lo que sucede con los que son salvos es radicalmente diferente a lo que sucede con los perdidos, el incrédulo irá a condenación eterna, será “lanzado al lago de fuego” en el juicio del Gran Trono Blanco de Dios el Padre (Apocalipsis 20:11-15). Es creyendo y confiando en Jesucristo que usted será avivado y salvo.
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