No tienes excusas. Cristo vino a la tierra a anunciar el mensaje de
salvación y mostrar el camino a la restauración, debido a que el mundo estaba
perdido en sus pecados y delitos, alejados de Dios; necesitaba un redentor  “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera
hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que
me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece”  Juan 15:22-23. Jesús
dice esto de aquellos que lo aborrecían, él les predicó el evangelio e hizo obras poderosas que eran
señales contundentes de sus credenciales como el verdadero Mesías, pero no
creyeron, endurecieron el corazón para rechazarlo, no tenían al menos una razón
para justificar su incredulidad. Si Jesús no hubiese predicado el
evangelio, nadie seria culpable de pecado, por lo que no podría haber un juicio
justo, pero como lo hizo y logró en si la justicia que la humanidad necesita,
ahora no hay excusa por el pecado, porque teniendo la oportunidad de librarse
de él, muchos  rechazan el mensaje del
evangelio ya que les gusta vivir pecando, pero esto traerá juicio sobre ellos,
hay una culpabilidad gravísima en aquellos a quienes Cristo ha hablado en vano.
Aborrecer del griego Miseo significa “amar menos”, querer
estar lejos de algo o alguien, aborrecer es lo contrario de amar y honrar. Por
su estrecha relación, el rechazo al hijo incorpora  al Padre, quien  por amor al mundo mandó a su hijo a salvarnos
de la condenación eterna por causa del pecado, pero
permite que cada uno tome su decisión. El que aborrece a Dios será aborrecido
por él. Ama a Jesús, apártate del pecado, esfuérzate en cuidar la salvación. 
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